la boca frìa de la noche
con besos escarchados
los incontables ojos del dìa
va cerrando.
Tras su paso
murmullo iridiscente
tiritando en los tallos
enciende el alto camino
de los astros errantes
los espectrales latidos
de un corazòn recòndito
enigmàtico
como un reloj de luz
hechos con trisas
de explosiones gigantes
Desde este camino sensitivo
cae y rebota el primer trino congelado.
A la tibieza atrapada en el cristal del rayo
un prodigioso canto va desatando.
Perfume de pan recièn horneado
el sabor de la bruma
sobre el campo segado.
Rubor helado de la aurora
un àlito de lumbre brotando desde el fondo.
Cascabel del viento
atizando el letargo.
El cobre y el dorado
repicando y rodando.
Garabato salvaje de un monte
reducido a flechas y lanzas.
Velos blancos de la niebla
cayendo sobre el sueño dorado.
Algùn solitario àrbol transfigurado en pàjaros.
Y la desbandada alegrìa de un vuelo repentino.
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