Eternizada por su mano
ignorante de sì misma
con los ojos cerrados
el sueño del pasado
devolviendo su prisa.
Es de seda y de niebla
el rocìo del prado
los brillos esparcidos
en las verdes quimeras
los ojos del destino
susurrantes miradas
un sol como delirio
abrazando hojarascas
los invisibles hilos
de un mundo subterràneo
trepàndose en la savia,
imperceptibles coros
las venas de la hierba mansa,
los oros y las copas
los bastos y las espadas
en los dedos arpegios
sòlo mùsica al viento
melodìa sin precio
por su mano endiosada.
Estalla mi corazòn
bajo este hechizo eterno
sin palabras
todo lo elegirìa de nuevo
-dice la flor-
loca de mì,
mi corazòn intacto
hasta morir,
por ti eternizado.
Foto: Anna Atkins
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