Hija mayor de dos italianos venidos a Argentina en diferentes barcos.
Primero llegaría mi abuela con siete años acompañada de su madre y su hermano menor.El padre los estaría esperando después de un año de buscar la tierra y prepararla para su primer cosecha.Recién entonces los habría llamado para que atravesaran el océano en busca de su nuevo hogar.Huían de la guerra y de la desolación.
Mi abuelo no huía.Con sólo quince años vino a visitar un tío que emigró después de la primera gran guerra.El tío resultó tener el clásico trauma que lo despertaba por la noche en medio de una pesadilla de la que no podía salir con facilidad y tomaba su arma y disparaba hacia donde el enemigo aparecía.
Mi abuelo,un adolescente todavía,empezó a temerle al anochecer.Y finalmente optó por la paz abandonando al tío a sus alucinaciones.
El adolescente consiguió trabajo en la compañía del tren que continuaba mejorando tramos hacia el interior y allí hizo varios amigos,italianos como él que no hablaban una pizca de la lengua vernácula.
Por su parte mi abuela,Bianca,tenía que ayudar a su madre en las fatigosas tareas del campo y la escuela le resultaba una pesadilla.No entendía nada y los otros niños solían reírse de sus confusiones constantes.Finalmente una oportuna enfermedad la apartó lo suficiente de las clases como para tomar coraje y no regresar al aula.Y fue fácil convencer a su madre Giulia ya que nuevos hermanos se sucedían y su presencia en el hogar se hacía cada vez más indispensable.
Cuando Giovanni llegó al pueblito donde vivía Bianca,se asombró de la gran población italiana que se asentaba en él.Dejó de sentirse un extraño perdido en otro mundo y recuperó el entusiasmo y la confianza en sí mismo.Decidió quedarse como otros jóvenes de su edad,felices de recuperar algo del terruño lejano.Se volvió un vendedor ambulante que recorría el campo y llevaba golosinas y artículos diversos que podían resultar del agrado de las familias italianas que sembraban la pampa.Y entre la clientela que hizo con el paso del tiempo,estaba Bianca.
Bianca debió enamorarse a primera vista de aquel humor ocurrente envuelto en bucles castaños rojizos,simétrico rostro y chispeante mirada,la más dulce que se pueda una encontrar en este mundo,así de hermoso,listo y encantador era mi abuelo Giovanni o Juan,como lo llamaban los argentinos.
Juan,sin nada de valor en este lado del Atlántico,enamoraba con sólo su personalidad y su apariencia.Fue preciso que varios padres le impidieran regresar cuando descubrieron que además de vender sus baratijas,había logrado por mérito propio hacerse con el corazón de sus hijas.
Bianca no tenía un padre precavido y vaqueano experimentado en lances de este tipo.Un infarto había dejado a Giulia viuda y con cinco niños a su cargo en medio del campo de un país que le era desconocido pero que había aceptado y en el que fue depositando su esperanza a medida que su familia se volvía numerosa.Otras familias la ayudaban en las épocas de cosecha y la solidaridad se transformó en el valor recìproco más importante.
Cuando Giulia descubrió que su hija ,que todavía no sabía cómo se concebían los niños,iba a ser madre,montó en cólera y tras lograr hacerle comprender a la niña qué era lo que había hecho "mal",pudo obtener el nombre del "geniecillo" que la encantó con golosinas.
A punta de escopeta,el pelirrojo encantador admitió haber caído en su propio hechizo y se mostró lo suficientemente arrepentido como para enmendar la situación.
Por su parte,la madre de Bianca se comprometió a buscarles un terreno y levantarles una casa,para que la "magia" de sus actos llegara a un hogar "decente" y encontrara dos seres comprometidos en cuidar de ella.
Por su parte,la madre de Bianca se comprometió a buscarles un terreno y levantarles una casa,para que la "magia" de sus actos llegara a un hogar "decente" y encontrara dos seres comprometidos en cuidar de ella.
Así Juan se convirtió en Don Juan,el mosaiquero,que construía bancos y mesas de piedra artesanales a pedido desde su propia fábrica instalada en el patio trasero de la casa.Y Bianca,en Doña Blanca,mamá de cinco niños como su madre.
Los cinco hijos de Giovanni y Bianca,fueron argentinos,estudiaron en la escuela y aprendieron a superar su léxico matizado por italianismos,con el tiempo.Pero Ëlida,la primera y mayor,no sólo hablaba y escribía un perfecto castellano,sino que fue la mejor de su clase,la maestra de sus hermanos,la cocinera auxiliar,la encargada de los quehaceres y prácticamente la madre del más pequeño que llegó quince anos después que ella.Ëlida,la consecuencia del primer amor de una niña que no sabía nada del mundo más allá del alambre del campo y de un joven que apenas atravesaba la línea que separa al niño del hombre.
Mi madre nació un 22 de agosto de 1932.Era la primogénita de una pareja muy joven de 16 y 18 años.Sus padres,dos personas sencillas y cándidas que alcanzaron la edad de la razón con una criatura en brazos,sin saber mucho de la vida pero listos para pasar el resto de sus vidas juntos,trabajando muy duro.
Por eso cuando escucho que dicen que los jóvenes de hoy tienen la cabeza en las nubes,yo me rìo.Me rìo porque tengo la dicha de tener recuerdos,de haber compartido tanto con mis abuelos y de haber estado ahí,la oreja dispuesta,frente a sus historias y anécdotas,frente a sus corazones tan ricos de vida,tan plenos de lágrimas y risas.
Imagen: Mi mamá Élida,en una fotografía típica de época,celebrando su compromiso matrimonial con mi papá. |
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