Se robaron las nanas
bajo tus pechos llenos
de luna derramada
dulzor de fruto caído
para la tierra agriada.
Dos columnas sagradas
sosteniendo un cielo
demasiado pequeño
para saciar por igual
hambre y pena.
Dos ánforas de trigo
que apacientan inviernos
sobre un forzado exilio
profanada la luz
en el agua bendita.
¿Cuándo vas a volver
Señor de la Vendimia
o acaso regresaste
tan umbrío y desierto
que el rostro proyectado
nos pareció famélico
y le huimos de miedo,
y los ojos hundidos,
dos negros firmamentos
que de terror cegamos?
Imagen tomada de la web,derechos a su autor. |
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