miércoles, 17 de abril de 2013

Creo que siempre estoy narrando,pero a veces las palabras buscan sus propios caminos y se bifurcan o discurren con una música propia nacida no sé dónde pero tan imperiosa que se derrama sobre el papel en forma de versos y si luego intento reescribirlas como en un borrador,se resisten,no encuentro otra forma mejor que el dibujo que ellas mismas escribieron.Por eso tienen un comienzo como narración y un crescendo hacia una especie de descenlace.También noto la predominancia de las más simples sobre las complejas y la reiteración que confirma la existencia de una melodía interna que rompe la estructura narrativa y resulta de esto el contorno de una poesía.Lo siguiente es un cuento breve que tiene su tiempo.


    
    Despertar                                                                                                                                                                     
   
     En un principio dormía como las demás cosas.
     Un extraño desorden como un zumbido se presentaba intermitente,perturbador.Si hubiera tenido una forma definida habría parecido un resorte desenroscándose a sí mismo en el epicentro de la indiferencia.
     Pero aún así no habría sido tan inquietante y hubiera resultado tan sólo una línea plana sin latido y en la distancia,sutil insinuación de horizonte,si no fuese porque le seguía insidiosa una fatiga venida de la nada que abrumaba espesores esféricos en alguna región imprecisa.Y gorgoteaba persistente emulando el rumor viajero de una débil corriente de montaña.Crecía con la osadía de vertiente salvaje.Exasperante.
      Y aquello que era lapsos se convirtió en momentos prolongados de fastidio,indicios y porfías desbaratando la plenitud de la calma.
       Y luego fue estrépito breve seguido por otros delatando un peligro.Al cabo un tumulto vertiginoso cimbreando la extensión.
        Como crujen las columnas carcomidas de un ruinoso templo bajo la insostenible arrogancia de un techo sobrecargado de volutas,bajorrelieves y pedrerías pesadas,así de grave y áspero sonó el grito de una comisura que se abrió en la uniformidad del tiempo.
        Por la hendidura abierta de bordes rudimentariamente cincelados se filtraba un ardor violento que sellaba quemando a su contacto,provocando un dolor vibrante que enervaba y sacudía desde lo próximo a lo lejano con la rapidez del rayo.
        Se plegó en sí mismo repudiando el embate del estertor doloroso.Inevitable.Se crispó en un crujido agónico,alta ola rompiéndose en la escollera.
        Y fue como el estallido de un relámpago sobre el mar oscuro.
         El fuego que lo atravesó era de luz y el quebrado cauce por donde su furia volcó,el camino sinuoso de un tenaz excavador.
         Levantó un primogénito párpado al fin.
         Había sido una cosa que dormía como las otras cosas que lo rodeaban.Ahora era un ojo oscuro abierto al cielo por la perseverancia de una endeble planta,en medio del rocoso desierto.

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