domingo, 21 de abril de 2013


                                      El pàjaro negro



Desde la ruta parecìa que nos acercàbamos a una gigantesca calesita de luz que prometìa

fantàsticas sensaciones.Pero era simplemente mi ciudad,chiquita y chata,anunciàndose con

una màscara de luces en la noche sin luna.Esto significaba el final de nuestras vacaciones y

el regreso a …¡lo de siempre!

Ahora sè que no tendrìa por què haber llevado aquel gesto odioso en la cara y nublar el dìa 

mi familia...de no ser porque soy el infaltable “fruto plomizo” del àrbol 

genealògico.Encarno como ningùn otro el papel de “angelito”.Para mis hermanos,entre los 

sàndwiches yo serìa el gran torpedo;entre las hortalizas,el “supernabo” y entre las frutas, el

 albaricoque.Pero en casa me apodan “cariñosamente” Jaimito.Tal vez por eso del estìmulo 

pegalògico o del “punto”geomètrico familiar,o algo parecido.Francamente,soportarme me 

resulta divertido pero esta opiniòn no es compartida.Como si algo en mí marchase en

 sentido contrario a las agujas del reloj familiar.

La alegrìa “menor” de la casa,el rompecabezas y una lista interminable de frases burlonas 

sigue cayèndose dìa a dìa de sus bocotas como si sonaran ingeniosas...Les cuesta reconocer 

que gracias a mi manera de ser cada dìa es una sorpresa.¿Còmo hubieran conseguido 

aquellas carcajadas geniales los dìas de lluvia,las siestas y los fines de semana sin mì?

Felizmente existo.Alguien tiene que hacer de contrapeso,¿verdad? Bueno,no soy tan grande

como para explicar tanto.¿Soy yo culpable que la Naturaleza me haya escatimado mayores 

virtudes para dàrselas a mis hermanos? Si es sabia,sabrà el por què de mis defectos.Porque 

de mi parte ni los pedì ni los comprè,ni me hago el desentendido.Estàn...me hago cargo.Me 

parece que soy demasiado chico para averiguarlo ahora.

Los adultos deberìan atender màs a sus defectos que distraerse cada dìa reprochàndome

los mìos.Ya tienen suficiente experiencia para eso,¿o es demasiado tarde? Bueno,no es 

cuestiòn mìa enseñarles nada,se supone que debieron aprender,hacer la autocorrecciòn...

Asì han venido siendo las cosas hasta hoy.Llevo doce años de aventuras que me he

permitido a disgusto de mis padres.La mayorìa de ellas con final desagradable por el 

“botoneo”ingrato de mis hermanos.Y en cuanto a los privilegios del benjamìn,ni exagero ni 

me rebajo al reconocerme como un desprivilegiado de la masa infantil.

Hasta el primer grado disfrutè de una etapa enriquecedora.Espero decir lo mismo de las 

otras cuando escriba mi autobiografìa.Y espero tener mejores cosas para contar...sinò,se me 

hace que serà otro disgusto familiar.

Esta es la primera vez que me animo a escribir sobre mì y un asunto que me intriga.Ah,por-

que de grande me gustarìa ser escritor y viajar por el mundo como hacen ellos.Pues, 

volviendo a mi historia,les decìa que el regreso de las vacaciones coincide con el comienzo 

de una etapa misteriosa de mi vida.

Yo no puedo explicar los hechos porque las cosas pasaron...y para bien,me parece,aunque 

mi hermano Luis no encuentra un motivo para quererme desde entonces.

Comprendo que el separarnos de cuarto fue buena idea.Uno para cuatro resultaba chico.Lo

molesto es que fue a mí a quien dejaron solo.Y sostengo que es injusto.Porque yo tambièn 

fui una vìctima de lo que sucediò.

Si mis padres algùn dìa leen esto quizàs lleguen a comprender algo.Para mí es un enigma.

Como una pelìcula de suspenso que te atrapa y ,a la vez, te electriza los pelos.Reconozco 

que no soy el mismo,que hago menos travesuras...¡Ojalà no me estè convirtiendo en un 

aburrido fatal!

Decìa que empezò cuando llegamos del viaje.El objeto de mi pesadilla venìa con 

nosotros,en una caja.Tenìa un arma mortal de color naranja intenso màs que un pico,un 

cuerpo aerodinàmico con dos alerones negrìsimos y unas patas apertrechadas y còmicas.

Luis lo habìa atrapado con la red en el rìo rocoso.Lo llamò “Diamante Negro”.Era una piedra

poderosamente llamativa a la que rechacè porque màs que un ave majestuosa se me hacìa

 un pajarraco de mal agüero.

Mi inclinaciòn hacia los animales no encontraba apoyo de mis padres.Sostenìan que debìa 

ser declarado Enemigo Internacional del Reino Animal.¿Tenìa que avergonzarme de algo 

por no compartir esa idea con ellos?

Los animales encontraban en mì a un proveedor de aventuras y desafìos.Un cazador digno

porque les daba ventajas.Y jamàs los hubiera humillado aprisionàndolos en una jaula. Sabìa

comprenderlos o lo creìa hasta que sucediò aquello.

Luis instalò el flamante miembro de la familia en nuestro dormitorio.Un asco.Le expliquè lo 

de los inquilinos invisibles que lleva un pàjaro donde quiera que se muda.Sus oìdos son 

sordos cuando se trata de mis palabras.El “coro” de mis hermanos entonò “vidalitas” de  

aprobación y justo frente a mi cama instalaron al nuevo ìdolo.

Me dormì con la sensaciòn desagradable de ser un gato maniatado dentro de un jaulòn 

repleto de pajaritos.De pronto me encontrè en el jardìn de casa mirando la gente que 

pasaba por la vereda.

Un hombre alto de bigote canoso caminaba leyendo un diario.Una voz ronca y estridente se 

soltò desde el cedro y me estremeciò:”Ese es el hombre”.Cuando levantè la vista,Diamante 

Negro saliò volando y se perdiò en la luz tibia de un sol empobrecido por las nubes.Un 

trueno explotò en mi cabeza y me despertè.Diamante Negro seguìa estàtico en su prisiòn.

Ese dìa cayeron metros de agua y los chicos lo pasaron festejando al “huèsped” con cientos

de pavadas insólitas.Yo preferì empezar la tarea de vacaciones,cosa que me convirtiò en el

centro de inquietud de mis padres.Mamà me puso la mano en la frente y papà charlò mas 

de lo usual conmigo.Mientras tanto,las tonterìas de mis hermanos se tenìan por rebosos de 

salud.

Aquella noche se me hizo difícil dormirme.La mirada de Diamante me pesaba en los 

pàrpados.El rostro del hombre del bigote canoso estaba frente a mì en el sueño.Sonreìa y 

hablaba.Un barbado kiosquero le alcanzaba un periòdico doblado.Pero ni me veìan ni estaba 

allì.

Abrì los ojos.La habitaciòn oscura me miraba desde los nùmeros rojos del despertador.Era 

las cuatro y media de la madrugada.¡Hacìa cinco horas que dormìa!

Por la mañana fuimos al club tomando una calle distinta a la de siempre.Entonces lo vi.Era el

quiosco de mi sueño con su comerciante barbado.Me quedè clavado.Marcos me dio un 

empujòn cuando estaba a punto de pisarme los talones y me fui directo al suelo.El golpe 

que no llegò a lastimarme,sirviò para explicar mi silencioso asombro.¿Què podìan decirme si 

les contaba que habìa soñado con aquel negocio y aquel hombre cuando nunca antes los

 habìa visto? ¡Coincidencia! Y fue tan divertido ese dìa que olvidè la coincidencia y por la

 noche me dormì como un perezoso.

Venìa flotando lentamente.Ya en el borde,se sentò y escurriò el agua de sus trenzas 

larguìsimas.Jugaba con los pies en el agua y me obsevaba sonriendo.Un golpe en la cara me 

obligò a levantarme con rabia.Paula me exhortaba:”¡Hora de despegarse de las sàbanas!

¡Pata,pata! A  tender la cama...”Iba a devolverle su “gentil” almohadonazo,cuando notè que 

la jaula de madera estaba vacìa.

-Se escapò Diamante- gritè desconcertado.

-Lo traiciona el pensamiento señor con-tre-ras.Lamento desilusionarlo pero el repulsivo 

pàjar sigue entre nosotros,sòlo ha mudado de jaula.

Era Paula en su papel preferido de “sarcàstica”,como decìa mamà.Y lo hacìa de maravillas.¡In

sufrible!

En el jardìn ,Diamante revoloteaba dentro de un espacioso jaulòn.Luis le silbaba

alegremente queriendo contagiarle su buen humor.

“¡Volà,volà tontito! Vivì de ese recuerdo”.Pensè de golpe,sin sentirme dueño de ese 

pensamiento.¿De dònde saquè esa frase? Me alejè del jaulòn.

Esa semana me resultò larga.Tuve otro sueño extraño.Yo saludaba un auto verde que se iba 

y sobre mi cabeza,rìgido como bicho embalsamado,tenìa a Diamante.

El domingo conocì a Brenda en el club.La chica de largas trenzas que nunca antes habìa visto

salvo en  sueños .Porque verla y recordarla es lo mismo.Al principio me costò mover la 

lengua.Despuès fue lo contrario.Nos hicimos amigos.Y un sàbado espectacular festejò su

 cumpleaños en el club.Allì me presentò a su tìo Raùl, el kiosquero barbado que ademàs era 

fotògrafo.

Al dìa siguiente no aguantè màs y le contè a Brenda lo de mis sueños “anticipados”.Por su-

puesto que se asombrò como yo,no podìamos explicarlos.Como querìa ayudarme a decifrar 

el misterio se le ocurriò consultar a su tìo Raùl por lo del hombre del bigote canoso.Si 

aquello resultaba  cierto entonces mis sueños debìan tener un sentido,algùn significado.

Cuando dos dìas despuès Brenda atravesò la puerta de calle con aquella mirada confirma-

dora,me asustè.¿Què me estaba pasando y por què a mì?

Merendamos en el jardìn y ahì sucediò...Diamante se hizo oìr y no fue un trino grueso ni un

 gorjeo potente ni un chiflido feroz,què va,un vozarròn tan ronco y estridente como el del

 sueño.Mi cara se congelò.El alfajor se me cayò de la boca.Brenda me recuperò con una

cachetada fuertemente eficaz.Me consolò con la promesa de hablar aquello con su tìo

 Raùl,un tipo que sabìa escuchar.Que tomaba el tema descartado por cualquier otro y podìa

 volverlo interesante.Que sabìa encontrar una explicaciòn “inteligente” a las situaciones màs 

disparatadas.Su esperanza me animò un poco.

Raùl no sòlo interpretò mis sueños sino que le puso una soluciòn al asunto.El hombre del bi-

gote canoso resultò ser un viajante amigo suyo que solìa viajar a las sierras,incluso al lugar

donde atrapò Luis a Diamante.Lo hacìa en una camioneta verde porque surtìa a los

 comercios de una marca determinada de productos comestibles.

En resumen,yo debìa ponerme en contacto con ese hombre.¿Para què? Diamante nos dio la

respuesta cuando amaneciò triste y arrebujado.El veterinario desconocìa la enfermedad 

pero nos revelò que si Diamante no comìa se morirìa con seguridad.Gran revelaciòn...

Fue Raùl quien comprendiò la relaciòn y el sentido de mis sueños.Segùn èl,Diamante 

añoraba su mundo y su libertad y la ùnica manera de recuperarlos consistìa en que alguien 

entendiera su deseo.Yo,el màs chico de la casa,captè de alguna forma su angustia antes que

 el pàjaro se enfermara de tristeza.Pero mis sueños anticipados no tenìan una explicaciòn 

cientìfica,al menos,para los cientìficos.

La noche indicada secuestrè a Diamante cuando mis hermanos andaban por el sexto sueño.

El tìo de Brenda lo llevarìa a lo de su amigo viajante que, enterado de todo, se habìa 

comprometido a soltarlo cerca de aquel rìo serrano,cuando en su recorrida pasara por allì.

Al alba, mientras la habitaciòn se iba iluminando,miraba hacia el lugar donde horas antes 

agonizaba,afiebrado y tembloroso,el pàjaro negro y me sentì por primera vez,la ùltima 

pieza colocada en el rompecabezas.No me afligìa el castigo que me esperaba ni siquiera 

buscarìa una justificaciòn aceptable para darle a mis padres.

Me daba cuenta que hay sueños y sueños.Y para que un sueño especial se cumpla se precisa

coraje.El coraje de enfrentar una realidad desconocida,inexplicable o simplemente nueva.

Como el coraje de Raùl al escuchar nuestros miedos sin caer en el miedo...de animarse a 

buscar la ayuda de un señor de bigotes canosos aunque podìa tomarlo por “loco”...El coraje

de este señor de correr con el compromiso de regresar un pàjaro “robado” a su hogar 

verdadero.El coraje de Brenda cuando enfrentò con seriedad mis sueños anticipados...y 

cuando revelò a su tìo enigmas de niños traviesos y fantasiosos...Y,segùn ella,mi coraje

porque arriesguè el cariño de mi familia por la libertad de un animalito que despreciaba y

 terminè ayudando,porque algo inexplicable me llevò a cambiar...creo que sì...

Quizàs cuando mis padres lean esto puedan comprender este misterio y perdonarme.Y,al 

enterarse,Luis se reconcilie conmigo.

Todavìa tengo mucho que aprender antes de pretender que me escuchen y me crean...pero

 puedo compartir la alegrìa que sentì cuando me contaron que Diamante resistiò las horas  

de viaje y que al abrir el viajante la puerta que lo separaba de la felicidad,el pajarito 

extendiò las alas desperezàndose con vigor,como si estuviera estrenando plumaje,y volò

 derecho hacia el azul turquesa sin soltar un pìo de agradecimiento.--


Autora:Analìa Inès Amaya.

Escritos protegidos por derecho de autor.


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