El pàjaro negro
Desde la ruta parecìa que nos acercàbamos a una gigantesca
calesita de luz que prometìa
fantàsticas sensaciones.Pero era simplemente mi ciudad,chiquita y
chata,anunciàndose con
una màscara de luces en la noche sin luna.Esto significaba el final
de nuestras vacaciones y
el regreso a …¡lo de siempre!
Ahora sè que no tendrìa por què haber llevado aquel gesto
odioso en la cara y nublar el dìa
a mi familia...de no ser porque soy el infaltable “fruto plomizo”
del àrbol
genealògico.Encarno como ningùn otro el papel de “angelito”.Para mis hermanos,entre
los
sàndwiches yo serìa el gran torpedo;entre las hortalizas,el “supernabo” y entre las frutas,
el
albaricoque.Pero en casa me apodan “cariñosamente” Jaimito.Tal vez por eso del estìmulo
pegalògico o del “punto”geomètrico familiar,o algo parecido.Francamente,soportarme me
resulta
divertido pero esta opiniòn no es compartida.Como si algo en mí marchase en
sentido contrario a las
agujas del reloj familiar.
La alegrìa “menor” de la casa,el rompecabezas y una lista
interminable de frases burlonas
sigue cayèndose dìa a dìa de sus bocotas como si sonaran
ingeniosas...Les cuesta reconocer
que gracias a mi manera de ser cada dìa es una sorpresa.¿Còmo hubieran
conseguido
aquellas carcajadas geniales los dìas de lluvia,las siestas y los fines de
semana sin mì?
Felizmente existo.Alguien tiene que hacer de
contrapeso,¿verdad? Bueno,no soy tan grande
como para explicar tanto.¿Soy yo culpable que la Naturaleza me haya
escatimado mayores
virtudes para dàrselas a mis hermanos? Si es sabia,sabrà el por què de
mis defectos.Porque
de mi parte ni los pedì ni los comprè,ni me hago el
desentendido.Estàn...me hago cargo.Me
parece que soy demasiado chico para averiguarlo ahora.
Los adultos deberìan atender màs a sus defectos que distraerse
cada dìa reprochàndome
los mìos.Ya tienen suficiente experiencia para eso,¿o es demasiado
tarde? Bueno,no es
cuestiòn mìa enseñarles nada,se supone que debieron aprender,hacer la
autocorrecciòn...
Asì han venido siendo las cosas hasta hoy.Llevo doce años de
aventuras que me he
permitido a disgusto de mis padres.La mayorìa de ellas con final
desagradable por el
“botoneo”ingrato de mis hermanos.Y en cuanto a los privilegios del
benjamìn,ni exagero ni
me rebajo al reconocerme como un desprivilegiado de la masa infantil.
Hasta el primer grado disfrutè de una etapa enriquecedora.Espero
decir lo mismo de las
otras cuando escriba mi autobiografìa.Y espero tener mejores cosas para
contar...sinò,se me
hace que serà otro disgusto familiar.
Esta es la primera vez que me animo a escribir sobre mì y un
asunto que me intriga.Ah,por-
que de grande me gustarìa ser escritor y viajar por el mundo como
hacen ellos.Pues,
volviendo a mi historia,les decìa que el regreso de las vacaciones
coincide con el comienzo
de una etapa misteriosa de mi vida.
Yo no puedo explicar los hechos porque las cosas pasaron...y para
bien,me parece,aunque
mi hermano Luis no encuentra un motivo para quererme desde entonces.
Comprendo que el separarnos de cuarto fue buena idea.Uno para
cuatro resultaba chico.Lo
molesto es que fue a mí a quien dejaron solo.Y sostengo que es
injusto.Porque yo tambièn
fui una vìctima de lo que sucediò.
Si mis padres algùn dìa leen esto quizàs lleguen a comprender
algo.Para mí es un enigma.
Como una pelìcula de suspenso que te atrapa y ,a la vez, te
electriza los pelos.Reconozco
que no soy el mismo,que hago menos travesuras...¡Ojalà no me estè
convirtiendo en un
aburrido fatal!
Decìa que empezò cuando llegamos del viaje.El objeto de mi
pesadilla venìa con
nosotros,en una caja.Tenìa un arma mortal de color naranja intenso màs que un
pico,un
cuerpo aerodinàmico con dos alerones negrìsimos y unas patas apertrechadas y
còmicas.
Luis lo habìa atrapado con la red en el rìo rocoso.Lo llamò
“Diamante Negro”.Era una piedra
poderosamente llamativa a la que rechacè porque màs que un ave
majestuosa se me hacìa
un pajarraco de mal agüero.
Mi inclinaciòn hacia los animales no encontraba apoyo de mis
padres.Sostenìan que debìa
ser declarado Enemigo Internacional del Reino Animal.¿Tenìa que
avergonzarme de algo
por no compartir esa idea con ellos?
Los animales encontraban en mì a un proveedor de aventuras y
desafìos.Un cazador digno
porque les daba ventajas.Y jamàs los hubiera humillado
aprisionàndolos en una jaula. Sabìa
comprenderlos o lo creìa hasta que sucediò aquello.
Luis instalò el flamante miembro de la familia en nuestro
dormitorio.Un asco.Le expliquè lo
de los inquilinos invisibles que lleva un pàjaro donde quiera que se
muda.Sus oìdos son
sordos cuando se trata de mis palabras.El “coro” de mis hermanos entonò
“vidalitas” de
aprobación y justo frente a mi cama instalaron al nuevo ìdolo.
Me dormì con la sensaciòn desagradable de ser un gato maniatado
dentro de un jaulòn
repleto de pajaritos.De pronto me encontrè en el jardìn de casa mirando la
gente que
pasaba por la vereda.
Un hombre alto de bigote canoso caminaba leyendo un diario.Una voz
ronca y estridente se
soltò desde el cedro y me estremeciò:”Ese es el hombre”.Cuando
levantè la vista,Diamante
Negro saliò volando y se perdiò en la luz tibia de un sol empobrecido por
las nubes.Un
trueno explotò en mi cabeza y me despertè.Diamante Negro seguìa estàtico en su
prisiòn.
Ese dìa cayeron metros de agua y los chicos lo pasaron festejando
al “huèsped” con cientos
de pavadas insólitas.Yo preferì empezar la tarea de vacaciones,cosa
que me convirtiò en el
centro de inquietud de mis padres.Mamà me puso la mano en la frente
y papà charlò mas
de lo usual conmigo.Mientras tanto,las tonterìas de mis hermanos se tenìan
por rebosos de
salud.
Aquella noche se me hizo difícil dormirme.La mirada de Diamante
me pesaba en los
pàrpados.El rostro del hombre del bigote canoso estaba frente a mì en el
sueño.Sonreìa y
hablaba.Un barbado kiosquero le alcanzaba un periòdico doblado.Pero ni me veìan
ni estaba
allì.
Abrì los ojos.La habitaciòn oscura me miraba desde los nùmeros
rojos del despertador.Era
las cuatro y media de la madrugada.¡Hacìa cinco horas que dormìa!
Por la mañana fuimos al club tomando una calle distinta a la de
siempre.Entonces lo vi.Era el
quiosco de mi sueño con su comerciante barbado.Me quedè
clavado.Marcos me dio un
empujòn cuando estaba a punto de pisarme los talones y me fui directo al
suelo.El golpe
que no llegò a lastimarme,sirviò para explicar mi silencioso asombro.¿Què
podìan decirme si
les contaba que habìa soñado con aquel negocio y aquel hombre cuando nunca
antes los
habìa visto? ¡Coincidencia! Y fue tan divertido ese dìa que olvidè la coincidencia y
por la
noche me dormì como un perezoso.
Venìa flotando lentamente.Ya en el borde,se sentò y escurriò el
agua de sus trenzas
larguìsimas.Jugaba con los pies en el agua y me obsevaba sonriendo.Un golpe
en la cara me
obligò a levantarme con rabia.Paula me exhortaba:”¡Hora de despegarse de
las sàbanas!
¡Pata,pata! A tender la cama...”Iba a devolverle su “gentil”
almohadonazo,cuando notè que
la jaula de madera estaba vacìa.
-Se escapò Diamante- gritè desconcertado.
-Lo traiciona el pensamiento señor con-tre-ras.Lamento
desilusionarlo pero el repulsivo
pàjar sigue entre nosotros,sòlo ha mudado de jaula.
Era Paula en su papel preferido de “sarcàstica”,como decìa
mamà.Y lo hacìa de maravillas.¡In
sufrible!
En el jardìn ,Diamante revoloteaba dentro de un espacioso
jaulòn.Luis le silbaba
alegremente queriendo contagiarle su buen humor.
“¡Volà,volà tontito! Vivì de ese recuerdo”.Pensè de
golpe,sin sentirme dueño de ese
pensamiento.¿De dònde saquè esa
frase? Me alejè del jaulòn.
Esa semana me resultò larga.Tuve otro sueño extraño.Yo saludaba un
auto verde que se iba
y sobre mi cabeza,rìgido como bicho embalsamado,tenìa a Diamante.
El domingo conocì a Brenda en el club.La chica de largas trenzas
que nunca antes habìa visto
salvo en sueños .Porque verla y recordarla es lo mismo.Al principio
me costò mover la
lengua.Despuès fue lo contrario.Nos hicimos amigos.Y un sàbado
espectacular festejò su
cumpleaños en el club.Allì me presentò a su tìo Raùl, el kiosquero barbado
que ademàs era
fotògrafo.
Al dìa siguiente no aguantè màs y le contè a Brenda lo de mis
sueños “anticipados”.Por su-
puesto que se asombrò como yo,no podìamos explicarlos.Como querìa
ayudarme a decifrar
el misterio se le ocurriò consultar a su tìo Raùl por lo del hombre
del bigote canoso.Si
aquello resultaba cierto entonces mis sueños debìan tener un
sentido,algùn significado.
Cuando dos dìas despuès Brenda atravesò la puerta de calle con
aquella mirada confirma-
dora,me asustè.¿Què me estaba pasando y por què a mì?
Merendamos en el jardìn y ahì sucediò...Diamante se hizo oìr y no
fue un trino grueso ni un
gorjeo potente ni un chiflido feroz,què va,un vozarròn tan ronco y
estridente como el del
sueño.Mi cara se congelò.El alfajor se me cayò de la boca.Brenda me recuperò
con una
cachetada fuertemente eficaz.Me consolò con la promesa de hablar aquello con su
tìo
Raùl,un tipo que sabìa escuchar.Que tomaba el tema descartado por cualquier otro y
podìa
volverlo interesante.Que sabìa encontrar una explicaciòn “inteligente” a las
situaciones màs
disparatadas.Su esperanza me animò un poco.
Raùl no sòlo interpretò mis sueños sino que le puso una
soluciòn al asunto.El hombre del bi-
gote canoso resultò ser un viajante amigo suyo que solìa viajar a
las sierras,incluso al lugar
donde atrapò Luis a Diamante.Lo hacìa en una camioneta verde porque
surtìa a los
comercios de una marca determinada de productos comestibles.
En resumen,yo debìa ponerme en contacto con ese hombre.¿Para
què? Diamante nos dio la
respuesta cuando amaneciò triste y arrebujado.El veterinario
desconocìa la enfermedad
pero nos revelò que si Diamante no comìa se morirìa con seguridad.Gran
revelaciòn...
Fue Raùl quien comprendiò la relaciòn y el sentido de mis
sueños.Segùn èl,Diamante
añoraba su mundo y su libertad y la ùnica manera de recuperarlos consistìa
en que alguien
entendiera su deseo.Yo,el màs chico de la casa,captè de alguna forma su angustia
antes que
el pàjaro se enfermara de tristeza.Pero mis sueños anticipados no tenìan una
explicaciòn
cientìfica,al menos,para los cientìficos.
La noche indicada secuestrè a Diamante cuando mis hermanos
andaban por el sexto sueño.
El tìo de Brenda lo llevarìa a lo de su amigo viajante que, enterado
de todo, se habìa
comprometido a soltarlo cerca de aquel rìo serrano,cuando en su recorrida
pasara por allì.
Al alba, mientras la habitaciòn se iba iluminando,miraba hacia el
lugar donde horas antes
agonizaba,afiebrado y tembloroso,el pàjaro negro y me sentì por primera
vez,la ùltima
pieza colocada en el rompecabezas.No me afligìa el castigo que me esperaba ni
siquiera
buscarìa una justificaciòn aceptable para darle a mis padres.
Me daba cuenta que hay sueños y sueños.Y para que un sueño
especial se cumpla se precisa
coraje.El coraje de enfrentar una realidad
desconocida,inexplicable o simplemente nueva.
Como el coraje de Raùl al escuchar nuestros miedos sin caer en el
miedo...de animarse a
buscar la ayuda de un señor de bigotes canosos aunque podìa tomarlo
por “loco”...El coraje
de este señor de correr con el compromiso de regresar un pàjaro “robado”
a su hogar
verdadero.El coraje de Brenda cuando enfrentò con seriedad mis sueños
anticipados...y
cuando revelò a su tìo enigmas de niños traviesos y fantasiosos...Y,segùn ella,mi coraje
porque arriesguè el cariño de mi familia por la libertad de un animalito que despreciaba y
terminè
ayudando,porque algo inexplicable me llevò a cambiar...creo que sì...
Quizàs cuando mis padres lean esto puedan comprender este
misterio y perdonarme.Y,al
enterarse,Luis se reconcilie conmigo.
Todavìa tengo mucho que aprender antes de pretender que me
escuchen y me crean...pero
puedo compartir la alegrìa que sentì cuando me contaron que
Diamante resistiò las horas
de viaje y que al abrir el viajante la puerta que lo separaba de la
felicidad,el pajarito
extendiò las alas desperezàndose con vigor,como si estuviera estrenando
plumaje,y volò
derecho hacia el azul turquesa sin soltar un pìo de agradecimiento.--
Autora:Analìa Inès
Amaya.
Escritos protegidos por derecho de autor.
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