Mi cielo parpadea
como lágrima cálida
suspendida en escarcha
con ese último destello
de un milagro nacido
en un ensombrecido laberinto
remeda una perla
forjada de una herida
de arena padeciendo
largamente inocente
un castigo a la impertinencia
basto repudio
de un cuerpo dormido
con el ancho Océano testigo
de tan mutuo dolor
infringido
la inconciencia agredida
y el retoño fortuito
de un peregrino grano de mar
tan muerto en apariencia
como un grano de olvido
¿quién iba a imaginar
el mar un sembradío?
¿quién iba a sospechar
a la arenisca viva?
Cada atardecer desfallecido
cada rayo de sol diluido
como la lluvia en la tierra
como la sangre en las venas
se va abriendo camino
con inédita fuerza
sostenida
en el eco de un primer latido
que el Hacedor plantó
entre las piedras.
Imagen tomada de la web;derechos a su autor. |
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