alumbra un escenario oscuro
fangoso
sumergido
bajo las turbias aguas del olvido
siempre ansiosas de mar
de remolinos
tu última mirada,camino del cálido latido
de un magnífico sol fuera del mundo.
No fue la negra ala
ni la voraz piraña
ni el famélico laberinto vivo
del sendero tinto
por donde vuelca su llanto
el cielo hecho añicos
contra el pecho quebrado de la pampa
aterida pupila ante el declive fatal
del irremediable gris de las sombras.
Es tu sonrisa intacta
como la música del mar
libre de escolleras
y del estruendo mortal,
perfume persistente de las ondas
sobre los infinitos granos del cristal
separando el brillo de su forma
en la aparente uniformidad de la arena.
Gabriel fue una de esas personas que conocimos hace mucho tiempo,cuando éramos
capaces de creer que la utopía de un mundo mejor donde cada ser podría alcanzar sus
metas sin incomodar a nadie,sin dañar a otros,era tan posible como remontar un barrilete
el día indicado,el del viento exacto en condiciones ideales y la destreza suficiente de un
amigo varón que tuviera la mínima práctica para enseñarnos a hacerlo por nosotros mismos
pues una no contaba con un padre convencido de que aquello era un juego lícito para niñas.
Gabriel fue un compañero de teatro en la única obra infantil que hice y por la cual los otros
camaradas de tablas me dijeron que aquel debut era mi certificado de actriz en el mundo
del teatro.Y así lo he llevado en mi corazón como un título honorífico porque esta breve
incursión en el escenario me había devuelto la esperanza en que es posible ser aunque el
no ser parecía cada día más prudente y conveniente.Y sigue siéndolo,claro.En eso consiste
su encanto y atractivo,su dulce mentira caritativa,su tierna y atrevida mirada.
Gabriel,como todos nosotros,batallaba por cada rodaja de sol en sus días acudiendo al
altar de Afrodita,de Hermes ingenioso o de Baco,tal como cualquier verdadero artista hace
a la hora de entrar a escena en el mejor de los mundos posibles.
Para mí fue,entre todos los posibles personajes,una versión adaptada de ángel sin alas
y ,de los caballeros andantes,el más gallardo Quijote con la lucidez de Sancho.
Por eso la foto que más le hace justicia a este ser es la del gran mago arquitecto de
mundos fantásticos,la del soñador despierto que construye con piedras en la arena:
Fotografía familiar,el pequeño es Gabriel de vacaciones,muchos años atrás.
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