Mi padre no tuvo padre
tan sólo el frío gesto
de un apellido ajeno
y una identidad forjada
lejos del hogar materno.
Por familia,la peonada
y el respeto de los dueños
hacia un niño despojado
de madre y calor fraterno.
Mi padre no tuvo nada
ni derechos ni consuelo,
sólo un cielo por abrazo
sólo verde su sustento
de llano y pampa la piel
curtida en sol y en fuego.
Y,en torno al fogón,los cuentos
de muertos y aparecidos,
de extraños mitos del tiempo
y visiones legendarias,
riqueza de gauchos viejos
con brillos de indios muertos.
Mi padre fue Martín Fierro
acristianado y doméstico,
sobreviviente en los campos
del exterminio indecente
de los pecados humanos
lavados con sangre inocente.
Mi padre es niño eterno
agradecido y creyente
del espíritu inclemente
de una raza mejorada
de una civilización celeste
de una humanidad adelantada.
Si la inocencia es ceguera
del ser hacia las cosas profanas
mi padre ha se seguir puro
hacia la Jerusalén cristalizada
como diamante único aunque tosco
siempre querible y comprendido
por mí,siempre amado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario