un eco de reverberaciones mutantes
una gama infinita de tonalidades
un color especial
por cada uno de los nombres
una cálida aura
un singular paisaje
un rostro exclusivo
con trazos afectivos dibujado
por lo más precioso de la mente
la memoria de lo que no debe ser borrado
viajera sensitiva entre los mundos
que nunca llegan a encontrarse
sin las mágicas palabras,
sin develar las claves
del laberinto soñado
donde sentidos obstáculos
nos alertan cautos
los invisibles lazos
las reglas del juego marcado
que levantan vallas y cortan el paso
para la convicción segura
y para no soltarnos,
inquietos globos ansiando el celeste
sin temor a la mano,
replicadores de lunas
boyando la aventura del ente humano
sin previo ensayo
como confiados colibríes
susurrando al corazón perfumado
su música de eterna gratitud.
Cómo se extraña desde el hoy
aquellos rostros que el tiempo se llevó
para poder seguir siendo presente,
los diversos roles del amor
que se reducen a un principio
el mínimo común denominador:
el del amigo
por siempre aquí conmigo
la sal de mis lágrimas
la noche de mis días
la miel de la sonrisa
nadie reiría
sin su aroma que abraza y acaricia.
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