Aquella pensión de Rosario no disponía de cuartos simples.Se hacía obligatorio compartir la pieza al menos con otra chica, muy probablemente del interior, como en todas esas casonas antiguas cuyas dueñas generalmente viudas o solteronas habían transformado en alojamiento para estudiantes universitarios que llegaban desde otras localidades.
Y aquella noche no tenía particularmente nada de especial sino el mismo silencio impuesto por el toque de queda como cualquier otra,cuando el timbre sacudió la casa como uno de los tantos gritos que tajeaban la oscuridad y a los que nadie se atrevía a indagar,tanto era el pavor o el acostumbramiento en las grandes ciudades.
Poco sabemos de la tremenda pesadilla a la que despertaba una casa cuando aquellos escuadrones irrumpían el sueño para llevarse a alguien.Pero menos del atroz infierno que le esperaba al pobre infeliz que venía a reemplazar al ausente buscado.
Cuando un nombre se les escapaba,otro podía perfectamente suplirlo para saltear la brecha.Y la otra al parecer bailaba con un activista comprometido o un militante político que ella no tuvo el gusto de conocer.Y tal vez tampoco sabía nada como ella.
Igual la torturaron de diversas maneras,tan aberrantes como impensables.El cuerpo humano se vuelve infinito cuando sus puntos sensitivos son alcanzados por una picana experimentada,puede desencadenar una infinita gama de dolores con sus posteriores secuelas.Y más cuando puede calibrarse los umbrales sensitivos para que el tour por el infierno se pueda prolongar indefinidamente.
La peor parte la lleva el alma.Como un instrumento apaleado con el cual no se ha sabido hacer buena música,acaba desafinado y solo.Nadie regresa completo de tal viaje,si regresa.
Las horas pueden volverse eternas como el dolor se vuelve un universo.Pero tal vez sea peor la palabra macabra que vomita estièrcol sobre el cuerpo abierto como una fruta caída en descomposición.
Sin embargo hubo suerte.Los genes eran fuertes o ellos estaban aburridos de romperlos.Ella nunca había imaginado antes que podía existir una ocupación como ésa,que combinaba tal tipo de pasión y profesionalismo y además requería dejar su informe correspondiente bien prolijo,como esperaba un jefe,sin una mancha ni tan siquiera de comida.Luego todos se lavaban las manos como Poncio Pilato.Las manos que momentos atrás reventaban con cuidadoso esmero úteros y penes como anos y vaginas.
Casi siempre eran palomas y pajaritos,pero igualmente tenían que ceñirse a la rigurosidad científica. Esquivar los pasos necesarios parecía reportarles complicaciones indeseables aunque contaban con el buen humor de ciertos días cuando la pesca era sustanciosa y la cosa se ponía más divertida.
La palomita no perdió las partes esenciales de su rompecabezas.Y hubo que tener paciencia en rearmarla para no levantar perdices entre quienes la vieran."Los subversivos suelen divertirse con gente cualquiera,che".Pero no era el caso.Una lección así ni se olvida ni quiere repetirse.Nadie iba a creer tanto ensañamiento "al cuete".Nadie la alentaría a hacer una denuncia.
"Ahora quedó mejor"-se escuchó a uno decir con sorna."Está avivada y cuando vuelva la amiga,seguro nos avisa".
¿Es posible seguir adelante,reconstruir el yo,reubicar la conciencia,planear un futuro?
De alguna manera ella lo hizo.Salvo por un tic delator que parecía un rictus informal y jocoso enmarcando el discurso oral.
Cuando interpelé a alguien por aquel tic de la profesora me devolvió una mirada paralizante."Callate,se dice que fue torturada en la època de la dictadura"
Después supe un poco más del asunto.Todavía no había salido el "Nunca Más",me parece.Recuperábamos la democracia.Y ya comenzaba a dolerme la ignorancia.
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