I
Demasiado silencio.
Ahora la tarde neblinosa ha tapado con su mano todas las bocas.
La calle parece haber desaparecido.Todavìa algùn insòlito trino va rebotando metàlico contra las cosas.Llega al oìdo con el timbre de cinco centavos salticando sobre un piso de màrmol o de acero,intenso,delgado y envainado como en un estuche de fina porcelana a semejanza de los antiguos aisladores de los cables por donde circulaba el grueso del voltaje energètico de las grandes ciudades.
Alto voltaje es el corazòn supremo de la red vital que inerva la maquinaria compleja sostenida por el milagro mecànico de sus piezas inertes.
La visiòn cambia y emerge un extenso sembradìo oscuro de luces difusas esparcidas.
- ¿Què estoy haciendo aquì?-se dice a sì mismo.
Es inùtil poner a dar vueltas la mirada.Sòlo lo que se toma o deja con ella es hazaña de valìa.Detràs de las òrbitas,entre bambalinas,los hombres urden sus tragedias màs caras y sellan consigo mismos las alianzas trascendentales de su vida.
-¿Què acto piadosos o significativo podrìa ser esencial en este laberinto cableado?-le dice a la fachada del poniente donde el espejo circular retiene la ùltima mirada contemplativa del sol.
-¿Y tù què me ves?-me dice de repente-,¿quièn eres tù para juzgarme? Yo dispongo de dos alas corroìdas de tanto rocìo,escarcha y nevada.No hay sitio donde no haya ido por fuego.
Esas grandes escenografìas de caminos y luminosas calles,de campos aturdidos en su colorido,de esferas fragantes estallando,son de macizo papel y de tinturas acres.
El sublime segundo de brillantez real y càlida es tan veloz a mis alas...He perdido la capacidad de suspender el tiempo en la memoria sin correr el riesgo de caer en el olvido.
¿Què me hace estar vivo si detesto su gloria y su sentido de ser fuera del mundo?
Mi destino està atado a un corcel brioso,brutal e instintivo que vuela tras llanos y horizontes hacia azules distantes y otros soles supuestamente ciertos,llameantes e infernales en sus vastos escenarios de ilusiones delirantes y de placeres funestos.
Dicho esto,depositò su enorme cabeza humedecida entre las manos y en una especie de abrazo replegò las alas desgastadas.
La ciudad yacìa imperturbable a sus pies,entregada al sueño.No era la sombra fantasmal de su desmesurado cuerpo construido con un trozo de espacio sideral sino un descomunal grillete atado a sus tobillos.
Fotografìa de Snezana Davidovic
Fotografìa de Snezana Davidovic
-¿Estàs llorando?- preguntè.
- Si llorara por mì,¿ te sorprenderìa?
- Es justo llorar,aùn par ser un àngel.
- Si el mar creciera hasta ocultar los continentes, ¿te parecerà justo?- dijo miràndome fijamente.
-Supongo que las làgrimas de un àngel no podrìan ser injustas,incluso si sucediera eso.¿Tan vieja es la pena que no puede olvidarse?
-En absoluto.Simplemente es,en esencia,la misma.-respondiò con una mueca que intentaba remontar una sonrisa esforzada.
- ¿Acaso no puede repararse el daño? -
- ¿Acaso crees que he perdido la esperanza? Si llorara por mì, ¿ mis làgrimas no serìan vanas? ¿Què te hace pensar que la tristeza es mìa? - realmente su rostro adquiriò la transparencia de la luz al ponerse serio.
- La veo en tus ojos.- fue lo ùnico que pude responder.
- Que la veas,no significa que entiendas.Aunque el dolor es tambièn mìo,la tristeza no me pertenece.Demasiado he mirado para lograr comprenderlo.Y,aùn asì,es demasiado dolor para llorarlo.
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